El domingo pasado las Farc anunciaron la liberación de diez uniformados, de los doce que tiene en su poder, y se comprometieron, en un comunicado oficial, a abandonar la actividad del secuestro extorsivo. Esa acción comunicativa puede ser un buen comienzo, aunque queda la duda con los dos seres humanos que se quedarán en el cautiverio.
Pero unas horas después, es decir, el lunes aparecen otros actos violentos por parte del mismo grupo armado en la región del Cauca. Dicen que desaparecerá el secuestro, pero las tomas armadas al parecer continuarán, lo que hace que las decisiones y las promesas de las Farc se esfumen con cada disparo contra la población civil.
Frente a esos hechos se pueden hacer varios análisis, en este caso, será desde el punto de vista de la comunicación: al hablar de la coherencia, o mejor dicho, la incoherencia de la comunicación de las Farc.
El comunicado emitido por la guerrilla es claro en intenciones e invita a la ilusión de la familia de los secuestrados, al Gobierno Nacional y a cada uno de los colombianos que reprochamos este tipo de delitos, pero surgen contradicciones luego de la escalada violenta de las últimas horas en el norte del Cauca.
Los anuncios del grupo guerrillero abre el telón a un espectáculo mediático ya conocido por todos en otras épocas, en donde la especulación se pone al orden del día. Se espera que este nuevo pronunciamiento de las Farc no sea una flor de un solo día y se anhela que la coherencia prime con un grupo armado que históricamente dice algo y sus hechos demuestran lo contrario.
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