Por Davis Zapata Correa
Lo sucedido con el manejo de las redes sociales en la campaña electoral fue una crónica anunciada, en especial, con el candidato que logró la segunda votación en Medellín.
Las comunicaciones, a través de Twitter y Facebook, de Luis Pérez Gutiérrez murieron con la derrota en las urnas. La última aparición fue el 30 de octubre, apenas 4 minutos después de cerrarse las votaciones. Y nadie más supo algo de Pérez en Twitter.
La única aparición fue el pasado lunes, 31 de octubre, a las 10 de la noche, cuando en su cuenta oficial de Facebook publicó lo siguiente: “Agradecemos a todas las personas, concejales, candidatos, que nos acompañaron en este bello ejercicio donde nos acercamos a la gente, estuvimos compartiendo, aprendimos, nos reímos y dimos nuestro mejor esfuerzo, a todos Gracias”. Éste tipo de ejercicios comunicativos son totalmente atemporales y no dan cuenta del ritmo de los meses antes a la elección.
Se podrán argumentar asuntos referidos a la derrota, pero 221.708 votos son un número importante de personas que creyeron en la propuesta de Luis Pérez. Y por esas personas se debió respetar la comunicación instaurada en las redes, antes del ejercicio electoral.
Las inquietudes se centran en:
¿En dónde quedarán los 4.868 trinos con ideas y propuestas del candidato de Firmes por Medellín?
¿Qué sucederá con los 24.920 seguidores de Twitter y los 37.519 amigos de Facebook de la campaña de Pérez?
La respuesta a ambos interrogantes es una sola: en el olvido.
La conclusión al ejercicio comunicativo en las elecciones se basa en dos asuntos: el mal manejo del marketing político en nuestro contexto y la mala comunicación de los candidatos, que termina siendo, en la mayoría de los casos, como sus promesas de campaña.