Fui testigo presencial y todavía me causa alegría por el hecho que presencié hace un par de días en la ciudad de Porto, Portugal. Fue un momento simple, pero con muchos elementos por rescatar.
Se encotraron, a doce horas de distancia de Colombia, James Rodríguez Rubio, el 10
de la Selección Colombiana de Fútbol, y los dos mejores jugadores del Festival
Ponyfútbol 2013, que juega su final en los meses de enero en Medellín.
Brayan y Anlly fueron a la mismísima casa del jugador del
Porto y allí encontraron más que un jugador de fútbol, compartieron con un ser
humano, que rompe los esquemas de la estrella del fútbol que uno se imagina y se
muestra tal cual es: un niño, que se divierte jugando fútbol.
A sus 21 años, James se muestra lleno de sabiduría. Y se la
expresó en todo momento a los pequeños. “Ustedes tienen que ser diferentes a
todos, uno como joven siempre quiere salir, ir a fiestas, pero la diferencia
está en lo que hagamos pensando en el deporte que nos gusta. Cuándo tuve 15
años quería dejar el fútbol, pero entendí que esto es mi pasión y uno no la
puede dejar", aseguró el creativo, al compartir unas palabras con los dos
pequeños.
Una generación que
madura rápido
"En el fútbol uno debe estar siempre tranquilo. Uno
debe tener mesura cuando gana o pierde y eso es madurez", esas palabras
calaron en los pequeños de escasos 13 años de edad, que recibieron los consejos
de alguien que es hoy un referente para todos.
Lo más interesante de todo, es que de esa misma estirpe son
los Falcao, Martínez, Bacca, Ospina, entre otros, que son los nuevos referentes del fútbol nacional, que no son ostentosos
con su éxito, y tienen una vocación de
humildad.
El viaje a Porto, tuvo un segundo encuentro entre James y
los niños. El volante los invitó a cenar como una forma de concluir el viaje. El
ídolo del Porto sumó una nueva característica
a su condición como persona, fue un anfitrión exquisito.