Me sorprende leer en medios de comunicación importantes de nuestro país entrevistas en donde le preguntan al entrevistado: ¿si tiene Twitter o no?, es más lo cuestionan cuando la respuesta es negativa. Y es por eso que entro a compartir algunas ideas alrededor de las redes sociales y algunas implicaciones sobre el tema, especialmente en el campo periodístico.
Arranquemos por decir que no importa si se tiene la cuenta en la red del pajarito o no. Lo más importante es el uso que se le da a su cuenta o en el mejor de los casos cómo se gestiona ese tipo de red social en beneficio propio y en la búsqueda de una imagen y reputación ideal.
Otro aspecto que se debe entender es que las redes sociales no son una moda. Su surgimiento y el desarrollo en pocos años las hace imaginadas para durar en el tiempo. De igual forma, en este momento histórico de la virtualidad también se debe aclarar que no son una necesidad imperante. Esto invita a investigar y planificar el acceso a este tipo de red con el objetivo de establecer relaciones. Lo que significa que el primer paso será estudiar y entender los públicos a los cuales se quiere llegar.
Aunque es claro que las redes sociales permanecerán en el tiempo, se debe advertir sobre el fenómeno que se gesta por estos días en los medios de comunicación, en donde aparece abusos sobre, por ejemplo, la red Twitter. Es triste ver el soporte de las noticias de cada día se construyen a partir de lo que personajes públicos plasman en sus cuentas personales. Eso reafirma esa condición en la cual el periodismo se fortalece desde el escritorio con un aire de facilismo, que desvirtúa la virtualidad. Eso parece paradójico, pero es así.
Acá entró a reflexionar sobre el oficio periodístico, y me entristece que gracias al uso proliferado de Twitter como parte de la estructura de los medios de comunicación, se haya extraviado esa idea del padre del periodismo, Joseph Pulitzer, que afirmó que: “el verdadero periodismo se hace a pie”. Ya no se hace periodismo en la calle. El facilismo llegó a las salas de redacción, ya ni se toman el tiempo de llamar a la fuente y confrontarla. Prefieren ir a ver lo que han publicado en su cuenta y de ahí se desprende la opinión de la fuente y la posterior construcción de la nota.
No podemos desconocer que Twitter es un medio de amplia influencia por las opiniones que se expresan allí, pero la estructura de 140 caracteres queda corta en infinidad de ocasiones frente a los hechos.
El reto que se viene en las salas de redacciones y en el ejercicio periodístico, en general, es no abusar de las redes sociales, como fuente primaria, y empezar a construir un periodismo de calidad. Algo difícil, pero no imposible.
Tener o no tener Twitter no debe dar lugar a cuestionamientos. Simplemente es una decisión de la organización o la persona. Nada más.
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