Por fortuna el próximo domingo, 30 de octubre, serán las elecciones y concluirá la desastrosa campaña electoral que nos tocó vivir.
Campañas que se escudaron en ataques a los contendientes y que sembraron cualquier cantidad de cortinas de humo, para no ser propositivas. Candidatos que venden su imagen de mesías sin contemplar el daño que hacen al prometer asuntos que no se cumplirán en su futuro mandato.
Un candidato es una marca, pero en el contexto de Medellín, al parecer, la asesoría en comunicaciones de las campañas le apuestan a deteriorar la imagen del rival, que a posicionar a su candidato, a partir de sus ideas, propuestas y fundamentalmente de la ideología del partido que lo respalda.
No hubo aciertos en los debates. Los mil y uno que se hicieron fueron fríos. A nadie se le ocurrió proponer asuntos reales, que fuesen a quedar en sus futuros planes de gobierno. Y cuando hablamos de reales es que estuvieran acordes al presupuesto y a la realidad de la ciudad para los próximos cuatro años.
Veo que las campañas locales fueron productos de ataques y nada más. Alguno ganará, pero queda la desazón de la forma de hacer comunicación y marketing político en nuestra región.
Espero que con la victoria del domingo de alguno de los candidatos, no vuelvan a llegar los correos que muestran fotos, de hace años, de aspirantes con delincuentes o con modelos despilfarrando el dinero del estado.
Foto: elespectador.com
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