Tras la pasada crisis de Research In Motion (RIM), la compañía canadiense que fabrica los teléfonos móviles BlackBerry, hay algunos aprendizajes interesantes a valorar, cuando nos enfrentamos a la perdida de algún canal de comunicación, el cual se ha vuelto vital en estos tiempos.
La inestabilidad de los servicios de correo electrónico y mensajería para los 16,5 millones de usuarios de la compañía nos permite reflexionar sobre algunos problemas actuales al momento de enfrentarnos a la tecnología, y cómo la comunicación cara a cara sigue perdiendo terreno.
El primer problema es el de la falta de evangelización tecnológica. Asumimos una tecnología sin entender las dimensiones a las que se pueden llegar. Sobredimensionando su utilidad y sin determinar las consecuencias sociales, las adicciones y las enfermedades físicas a la que nos sometemos por cuenta propia.
Durante la crisis surgió la posibilidad de librarse por un par de días de la dependencia tecnológica al BB. Al fin se tuvo un descanso de mantener la cabeza agachada y con los dos pulgares pegados al dispositivo móvil, pero el tema no fue comprendido así.
En segunda instancia, el uso y abuso de la herramienta se ha sobrepuesto sobre los protocolos sociales. Estamos en una reunión y estamos en cuerpo, pero la mente se encuentra concentrada en la luz roja del dispositivo, que anuncia la llegada de un nuevo mensaje. Y eso va en detrimento de la comunicación y de los momentos de verdad de la misma.
Hablan de miles de millones de pérdidas por los tres días de inestabilidad del sistema de BlackBerry. Además los operadores celulares aseguraron compensación a los usuarios, pero no se ha analizado la situación como un descanso, un oasis, en un momento en donde la virtualidad gana más espacios sobre la realidad.
Del pulgar y otros demonios es una reflexión sobre el uso y abuso de las mediaciones de nuestro tiempo.
Foto tomada de Google
La inestabilidad de los servicios de correo electrónico y mensajería para los 16,5 millones de usuarios de la compañía nos permite reflexionar sobre algunos problemas actuales al momento de enfrentarnos a la tecnología, y cómo la comunicación cara a cara sigue perdiendo terreno.
El primer problema es el de la falta de evangelización tecnológica. Asumimos una tecnología sin entender las dimensiones a las que se pueden llegar. Sobredimensionando su utilidad y sin determinar las consecuencias sociales, las adicciones y las enfermedades físicas a la que nos sometemos por cuenta propia.
Durante la crisis surgió la posibilidad de librarse por un par de días de la dependencia tecnológica al BB. Al fin se tuvo un descanso de mantener la cabeza agachada y con los dos pulgares pegados al dispositivo móvil, pero el tema no fue comprendido así.
En segunda instancia, el uso y abuso de la herramienta se ha sobrepuesto sobre los protocolos sociales. Estamos en una reunión y estamos en cuerpo, pero la mente se encuentra concentrada en la luz roja del dispositivo, que anuncia la llegada de un nuevo mensaje. Y eso va en detrimento de la comunicación y de los momentos de verdad de la misma.
Hablan de miles de millones de pérdidas por los tres días de inestabilidad del sistema de BlackBerry. Además los operadores celulares aseguraron compensación a los usuarios, pero no se ha analizado la situación como un descanso, un oasis, en un momento en donde la virtualidad gana más espacios sobre la realidad.
Del pulgar y otros demonios es una reflexión sobre el uso y abuso de las mediaciones de nuestro tiempo.
Foto tomada de Google
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